Por Pedro Miguel López Pérez, sociólogo.
Es en el ocaso del siglo XX, concretamente a finales de los 80 y principios de los 90, cuando Fukuyama anuncia el fin de la Historia. Esa afirmación no es ni más ni menos que la excusa perfecta para que los creadores de opinión del sistema liberal-capitalista anuncien a bombo y platillo la victoria rotunda de sus postulados. Es la instauración del denominado “Nuevo Orden Mundial”. Todo ello da lugar a la acuñación de un término nuevo: globalización. Que no es otracosa más que la homogeneización de los valores y patrones de conducta de la única gran superpotencia actual, los Estados Unidos de América.
Esta globalización viene caracterizada, principalmente por:
- El extraordinario avance de las comunicaciones y las innovaciones científicas y técnicas. La informática y el transporte han reducido drásticamente el tiempo necesario para transmitir información, bienes, servicios, personas y recursos a cualquier parte del globo.
- La liberación económica, que debilita y rompe las fronteras entre los países, reduciendo la capacidad de los gobiernos para regular la actividad económica de un modo acorde con
los intereses de cada nación.
- Pérdida de identidad nacional y soberanía de los pueblos.
- Difusión generalizada, a escala planetaria, del neoliberalismo o pensamiento único, como ideología legitimadora del proceso globalizador.
El ámbito financiero es quizás aquel en el que la globalización se ha hecho más palpable, pero también en el que los efectos positivos y negativos de la misma contrastan más vivamente. Se producen movimientos de miles de millones de dólares por todo el mundo en cuestión de minutos, pero al mismo tiempo continentes enteros quedan excluidos de esos flujos. Esta globalización está teniendo efectos muy desiguales para ricos y pobres, para capital y trabajo.
Fruto de los factores citados, los voceros del nuevo orden mundial se encargan de extender la idea de que el proceso de globalización es imparable. Anuncian que el nuevo liberalismo
económico ha triunfado sobre cualquier otro planteamiento sociopolítico o económico. Que dicho neoliberalismo es la única vía, y que cualquier país que pretenda desarrollarse debe cumplir una serie de exigencias y requisitos en teoría iguales para todos.
Pero esa globalización económica y financiera de corte neoliberal, que se nos presenta como la única posible e inevitable, está teniendo efectos muy desiguales, por eso surgen voces o movimientos que plantean alternativas a ese proceso globalizador neoliberal. Entre estas
alternativas, podemos destacar el planteamiento de José Antonio Primo de Rivera, quien desde el primer momento, en el desarrollo de su teoría política se posicionó claramente frente al liberalismo: “el liberalismo tuvo su gran época, aquella en que instala a todos los hombres en igualdad ante la ley, conquista de la cual ya no se podrá volver nunca atrás. Pero lograda esa conquista y pasada su gran época, el liberalismo empieza a encontrarse sin nada que hacer”. En esta misma línea, José Antonio lleva su ataque al liberalismo hasta el punto de afirmar: “unos
señores se habían reunido en un salón y habían escrito unas cosas por virtud de las cuales ya erais todos hombres libres. Libres y soberanos. Pero vuestra libertad consistía en que aquellas cosas escritas en un papel os autorizaban a hacerlo todo. Os autorizaban (...) a escribir cuanto os viniera en gana; sólo que el Estado no se preocupaba de enseñaros a escribir para que pudierais ejercitar ese derecho. Os autorizaban a elegir libremente trabajo; pero como vosotros erais pobres y otros eran ricos, los ricos fijaban las condiciones del trabajo a su voluntad y vosotros no teníais más remedio que aceptarlas o morir de hambre. Y así, mientras vosotros pasabais los rigores del frío y del calor doblados sobre una tierra que no iba a ser vuestra nunca, soportando la enfermedad, la miseria y la ignorancia, las leyes escritas por gentes de la ciudad os escarnecían con la burla de deciros que erais libres y soberanos”.
La globalización económica y financiera ha ido acompañada de una intensa actividad especulativa que crea incertidumbre en el área de cambio, desvía capitales que deberían ser aplicados en el desarrollo humano, alimenta las tendencias inflacionistas y limita la capacidad del sector público de conducir políticas monetarias y fiscales eficaces. La mayor parte del flujo especulativo de los
mercados bursátiles no corresponde a ningún intercambio real de mercancía, sino a la búsqueda de beneficios financieros inmediatos, en su mayoría bastante considerables. Esta evolución conlleva una gran inestabilidad en el sistema monetario y conduce a una sucesión de graves y contagiosas crisis económicas. Crisis provocadas, en no pocas ocasiones, por los planes de ajuste estructural y las políticas económicas diseñadas por organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que reflejan con toda claridad los valores y las formas dictatoriales de los actuales gestores del capitalismo. Estas instituciones se han convertido, poco a
poco, en auténticos gobiernos mundiales en la sombra que, fuera del control democrático,
imponen en el ámbito planetario políticas sangrantes, pasando por encima de las instituciones parlamentarias y de gobierno para evitar el control y la crítica de la sociedad civil y las manifestaciones de oposición. Nuevamente aquí surge con fuerza la voz alternativa de José Antonio Primo de Rivera, quien en una conferencia pronunciada en el Círculo Mercantil de Madrid, el 9 de abril de 1935, afirmaba rotundamente que el capitalismo financiero fracasó de dos
maneras: “primero desde el punto de vista social, después desde el punto de vista técnico del propio capitalismo”. El mismo José Antonio comentaba que era de prever la quiebra social del capitalismo. Lo que era menos de prever era que tuviera también una quiebra técnica, ya que el capitalismo en cuanto vienen las épocas de crisis acude a los auxilios públicos, así hemos visto cómo las instituciones más fuertes se han acogido a la benevolencia de los estados, o para solicitar protecciones arancelarias o para obtener auxilios en metálico. “El capitalismo tan desdeñoso, tan refractario a una posible socialización de sus ganancias, en cuanto vienen las cosas mal es el primero en solicitar una socialización de las pérdidas”.
Además de las deficiencias anteriormente señaladas, el actual modelo socioeconómico, impuesto a través del proceso de globalización, resulta ecológicamente inviable. El uso masivo de energías fósiles no renovables en la base del proceso de producción y la distribución a gran escala tienen un gran impacto ecológico a través de las crecientes emisiones de gases contaminantes, que afectan de manera clara al equilibrio de los ecosistemas a través de procesos como el cambio climático y ponen en peligro la vida futura del planeta.
Por todo ello y firmemente convencido de la vigencia y actualidad del pensamiento joseantoniano, considero que éste presenta una alternativa seria al actual proceso de globalización económica de corte neoliberal. Son necesarias nuevas reglas para el comercio internacional. Las instituciones
financieras mundiales deben reformarse para controlar la especulación. Es necesario revisar la globalización financiera, porque hay casos en los que se ha ensanchado la brecha entre ricos y pobres. Los ricos cada vez son más ricos y los pobres son cada día mucho más pobres. A modo de ilustración valgan los siguientes datos recogidos en el Informe sobre Desarrollo Humano 1998 elaborado por PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo): - el gasto militar en el
mundo asciende a 780.000 millones de dólares, mientras que el agua y saneamiento para toda la humanidad constituiría un gasto de 9.000 millones de dólares; - conseguir enseñanza básica para toda la humanidad supondría 6.000 millones de dólares, por el contrario sólo en Estados Unidos el
gasto en productos cosméticos supera los ocho mil millones de dólares; la salud y nutrición básicas para todo el género humano costaría unos trece mil millones de dólares, mientras que el consumo de drogas estupefacientes en el mundo supera con creces los trescientos millones de
dólares, etc.
Motivos todos ellos, más que evidentes, para abogar por una alternativa real al actual proceso de globalización económico-financiera. Desde las tesis filosófico-políticas de José Antonio es
necesario:
- Llevar a cabo una globalización de la conciencia humana, cuyo objetivo a largo plazo sea reintegrar la economía en el ecosistema social, nacional y global, convirtiéndola en medio, y no en fin, para generar bienestar a todos y cada uno de los ciudadanos.
- Colocar al ser humano en el centro de la praxis del desarrollo exige la adopción de nuevos valores y conceptos, que fundamente actitudes y comportamientos e inspiren nuevas expectativas en todos los niveles de la existencia humana. El ser humano debe dejar de ser concebido como un individuo aislado y en competencia permanente con los otros, para pasar a ser visto como un ser en relación, consciente de los desafíos comunes a enfrentar y de una existencia común a compartir (lo que entronca perfectamente con la concepción humanista del pensamiento joseantoniano).
- Limitar el espacio de mercado global, crear y recrear entidades regionales e internacionales efectivamente democráticas y orientadas por el espíritu público. Enfriar la sobre-competitividad mundial. Dirigir con justicia y equidad los flujos migratorios. Proteger
el desarrollo sostenible del Planeta. Superar la hegemonía del hemisferio norte sobre el sur. Establecer en las relaciones internacionales una ética de la corresponsabilidad, de la colaboración y de la solidaridad.
- La cooperación internacional al desarrollo debe sobreponerse a los intereses particulares, garantizando la equidad y el equilibrio en el reparto de la riqueza y el trabajo.Como vemos no es poca la tarea a realizar. El pensamiento de José Antonio puede y debe aportar soluciones. En las líneas anteriores creo haber demostrado, aunque sólo sea mínimamente, que los joseantonianos tenemos aún mucho trabajo por delante, máxime teniendo en cuenta – y esto ya lo he repetido hasta la saciedad – que la más alta tarea moral que tenemos encomendada es “Desmontar el Capitalismo”. En nuestras manos está. Podemos ponernos manos a la obra o posponer una y mil veces más la revolución, perdiéndonos en supuestos debates éticos, estéticos y hasta teológicos. El tiempo pasa inexorablemente y la revolución sigue pendiente. Es una lástima, porque estamos hablando de la única revolución que de verdad merece la pena: la revolución de la Paz.
El presente artículo es un resumen de la ponencia titulada “Análisis sobre la globalización desde el prisma ideológico de José Antonio” presentada por el autor en el Primer Seminario sobre el Pensamiento de José Antonio (recuperación y actualización de su idea), organizado por la editorial TARFE y celebrado durante los días 12, 13 y 14 de Octubre de 2001 en Poo de Cabrales (Asturias).
Fuente: Falange Auténtica.