Por Ramiro Ledesma Ramos.
Una minoría de españoles, agazapada en la gran propiedad territorial, en los bancos y en los negocios industriales que se realizan con el amparo directo del Estado, ha obtenido grandes provechos, explotando la debilidad nacional y enriqueciéndose a costa de las anomalías y deficiencias sobre que está asentada nuestra organización económica entera. Gentes, pues, para las que el atraso mismo del país es un medio magnífico de lucro.
No hay apenas grande ni pequeña industria. Nuestros campesinos, nuestra gran masa de labradores, sobre todo desde que se inició hace quince o veinte años en las zonas rurales una fuerte demanda de mercancías de origen industrial, han sido explotados vílmente, usurpándoles el producto de sus cosechas a cambio de productos supervalorizados, que ha hecho imposible en los campos todo proceso fecundo de capitalización.
Tenemos, pues, delante dos urgencias que sólo pueden ser logradas y obtenidas por medio de la revolución nacional: liberar la economía española del yugo extranjero, ordenándola con vistas exclusivas a su propio interés, y otra, desarticular el actual sistema económico y financiero, que funciona de hecho en beneficio de quienes se han adaptado, y hasta acogido con fruición, a nuestra debilidad.
Y naturalmente, sólo una España vigorosa, enérgica y libre puede disponerse en serio a la realización de tales propósitos. Los poderes económicos extranjeros —principalmente franceses e ingleses—, que dirigen hoy toda nuestra producción y todo nuestro comercio exterior, impondrán siempre en otro caso su ley y su voracidad a una España fraccionada, dividida y débil.
Las juventudes no pueden eludir esta cuestión ni hacer retórica nacionalista sin abordar de frente el problema social-económico, que hace hoy de nosotros un pueblo casi colonial y esclavizado. Actitud distinta sería demasiado grotesca, a más de imposible y radicalmente estéril. Si se está al servicio de los destinos nacionales de España, si se aspira con honradez a su grandeza y si se quiere de verdad hacer de España una Patria libre, una de las primeras cosas por las que hay que luchar es la de desarticular el orden económico vigente, que sólo favorece, repetimos, a unas audaces minorías, con absoluta despreocupación por los intereses verdaderos de la nación entera.
Extraído de su obra "Discurso a las juventudes de España".
Fuente: Pueblo Indómito.
Como siempre magnífico Ramíro Ledesma
ResponderEliminarComo siempre magnífico Ramíro Ledesma
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