viernes, 1 de julio de 2016

Ideas de reforma agraria: Tierra para los campesinos.


Por Onésimo Redondo.

LA REFORMA. AGRARIA Y NUESTRO IDEARIO

Trabajamos por suscitar un movimiento de genuino contenido hispánico y atemperado a las corrientes juveniles que poseen en Europa la clave del porvenir. Nuestras campañas se inspiran en estas directrices:
1ª Afirmación de la pura nacionalidad hispana y de las posibilidades imperiales de la Raza.

2ª Revolución social para sustituir el caduco edificio liberal-burgués por las nuevas formas de un corporativismo de amplitud nacional.

3ª Eliminación de las mentiras parlamentario democráticas y del materialismo judío marxista como fundamento de civilización. Para nuestro concepto de revolución social, no aniquiladora, sino creadora y eminentemente positiva, la entrega de tierra a los campesinos es un postulado irrenunciable. 

El mundo ha dado ya de baja a la feroz escuela del liberalismo individualista que, inflando los principios. de igualdad natural en los derechos de cada hombre y con la mentira de una armonía suave y segura en las relaciones económicas, no hizo más que adaptar los inhumanos desniveles sociales del feudalismo a las nuevas formas industriales. Ha pasado también para toda nación que se resuelva a subsistir con libertad y espíritu, el canibalesco dogma marxista de la clase: frente al conato judío de convertir a todos los ciudadanos en proletarios valiéndose de la social democracia, del comunismo o el anarquismo, sostenemos la extirpación de la idea de clase, sustituida por una convivencia forzosa de los factores de producción bajo la disciplina del Estado.

Para cancelar el liberalismo histórico, para terminar con los privilegios feudales y para arrojar de la nación al esquilmo marxista somos partidarios de la Reforma Agraria. Nuestra posición ante el proyecto es, por tanto, de complacencia en principio. Hacemos la observación -que a cualquiera se le
alcanza- de que aquél no es sino un capítulo de la obra total: el que se refiere al latifundio.

POR JUSTICIA SOCIAL
Es hora de derribar los privilegios feudales aun subsistentes. No puede admitirse que millares y aun millones de campesinos vivan una existencia servil, pasen hambre y desconozcan hasta la ambición de redimirse, mientras haya grandes extensiones de propiedad estática.

La tierra ni ningún otro orden de propiedades deben poseerse estáticamente; esto es, estériles o con métodos de producción estancados en el mínimum, mientras existan masas de familias que padecen hambre. Preferimos la dinámica productiva de los particulares a la del Estado, que debe desembarazarse en cuanto pueda de actividades industriales: rechazamos las insinceras afirmaciones socializadoras del marxismo. Pero atribuimos al Estado la misión superior de garantizar el bienestar de las clases trabajadoras, demoliendo revolucionariamente los privilegios hereditarios de la holganza. Por justicia, defensores de la expropiación social, lo somos, pues, del latifundio en beneficio de la masa desposeída, que es la mayoría de la población agrícola
.
Entiéndase que esto no nos asimila, ni mucho menos, a ninguno de los grados del marxismo encargados ilógicamente de predicar el reparto. Es curioso, pero nada inexplicable, que todas las ramas del socialismo acudan al campo prometiendo tierra a los obreros. ¿ Pues no habíamos dicho que socialismo es colectivismo ? ¿ Es que nació Marx para predicar como vosotros
la propiedad privada?..

A nada de esto responderán los hipócritas creyentes del paraíso materialista: lo que importa son los votos, que no la doctrina. Desde los socialistas de blanca camisa, como nuestro beatífico De los Ríos, hasta los energúmenos que se sustentan del oro ruso, todos viven para el Poder político y no para la idea: ésta se estira, encoge o disimula a tono con la atmósfera de los hambrientos, mientras se les habla, y de la conveniencia del partido, mientras se gobierna. Por eso todo socialismo promete tierras en propiedad a los campesinos.

EL AUMENTO DE PRODUCCIÓN

No, puede entenderse comprendida en el complejo de facultades que integran el derecho de propiedad la facultad de producir poco: La independencia nacional y, sobre todo, la liberación económica a que tienen derecho todos los súbditos del Estado exige el aprovechamiento máximo de todas las posibilidades naturales del suelo. Al Estado le incumbe presidir esa función de intensidad productiva. Sus poderes deben extenderse no sólo a incrementar las construcciones públicas de Fomento, sino a
modificar las relaciones de propiedad, encaminándolas, según las circunstancias, al mejor aprovechamiento de las riquezas naturales o de las obras ejecutadas.
Estas consideraciones no sólo fundamentan aquella parte de la llamada "Reforma Agraria" que consiste en otorgar tierra a los campesinos, sino que la condicionan: El reparto de tierras que, en lugar de ocasionar aumento de producción agrícola, la perjudica, pierde no sólo su conveniencia, sino su legitimidad.

Fuente: Ideas de Remorma Agraria I y II, extraído de Libertad.

Nota: Este artículo es uno de los primeros esbozos sobre la revolución agraria y campesina nacionalsindicalista. Posteriormente será José Antonio Primo de Rivera, Julio Ruiz de Alda, Ramiro Ledesma Ramos y el propio Onésimo Redondo quienes perfeccionen la visión sobre el mundo campesino y nuestra revolución. Tómese este texto como unas primeras semillas que posteriormente darán lugar a un modelo agrícola revolucionario y redentor de las masas campesinas más completo y profundo.

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